“La creatividad y la imaginación también podían ser un proceso para acompañar la vida”

Por: Martín Baeza

Décadas atrás, cuando Carolina Galaz trabajaba en un hospital de niños en Estados Unidos, uno de sus pacientes, antes de morir, la bautizó como Caracola. Desde ese día, todos los que la conocen la llaman por ese apodo. Esa es la historia detrás del nombre de la Fundación Lacaracola A Ser Feliz, organización de la que Galaz es presidenta.

La fundación trabaja acompañando a niños diagnosticados de cáncer en los hospitales Luis Calvo Mackenna y Roberto Del Río, a través de terapias basadas en el arte, ya sea el dibujo, la pintura o la escultura.

“Empecé a trabajar las emociones a través de la identificación, expresión y elaboración de las artes, a través del material de reciclaje. Quise enfocarme en cómo la creatividad era una herramienta para acompañar el morir, el buen morir”.

“Empecé a trabajar las emociones a través de la identificación, expresión y elaboración de las artes, a través del material de reciclaje. Quise enfocarme en cómo la creatividad era una herramienta para acompañar el morir, el buen morir”, dice Caracola.

Comenzó con este trabajo en el Hospital Presbiteriano de Nueva York y, en su regreso a Chile, pensó que “la creatividad y la imaginación también podían ser un proceso para acompañar la vida”. Llevó sus talleres a escuelas vulnerables, colaboró con la Fundación Astoreca y, hace casi 10 años, llegó a trabajar al Calvo Mackenna, donde formó su propia organización.

“Acompañamos el tratamiento oncológico en niños y niñas. Esto tiene mucho que ver con los cuidados paliativos, con ser un espacio que beneficie la disminución del dolor no solamente físico, sino también el dolor emocional”.

“Acompañamos el tratamiento oncológico en niños y niñas. Esto tiene mucho que ver con los cuidados paliativos, con ser un espacio que beneficie la disminución del dolor no solamente físico, sino también el dolor emocional”, cuenta la directora de la entidad.

Durante la pandemia, la fundación se reestructuró y Caracola creó su propia metodología, con tratamientos específicos para distintos tipos de diagnósticos de cáncer. Ahora, ya no trabajan dentro del equipo psicosocial, sino que las sesiones de arteterapia son parte de la Unidad de Medicina Integrativa y los pacientes son derivados por los mismos doctores.

“El arte ha tomado un papel súper importante dentro del tratamiento, se dieron cuenta de que esta expresión, como va más allá de las palabras, lo que hace es prender el inconsciente a través del dibujo, de la pintura y de la escultura”.

“El arte ha tomado un papel súper importante dentro del tratamiento, se dieron cuenta de que esta expresión, como va más allá de las palabras, lo que hace es prender el inconsciente a través del dibujo, de la pintura y de la escultura. Aparecen realmente las necesidades y la identidad del niño”, dice Galaz.

“Yo de Mí”

Pero, ¿cómo se desarrolla una sesión de arteterapia?

Una de las metodologías específicas de la Fundación Lacaracola consiste en que los niños trabajan con un “Yo de Mí”, una figura humana que los representa a ellos mismos. Galaz señala que “trabajamos el autoconcepto, cómo van a ser ellos mismos”.

Los niños toman a su Yo de Mí y lo pintan con la misma enfermedad que ellos padecen, con el mismo tumor que les han encontrado a ellos. “A veces se lo hacen más chico, pero hemos notado que los niños en general hacen los tumores mucho más grandes”, dice Caracola.

La idea de esta metodología es que los niños liberen sus emociones y compartan el peso que están cargando. Por eso, los Yo de Mí son estructuras a las que se les puede abrir la cabeza, para que pongan cosas adentro de ella.

El día anterior a una operación, el niño hace el papel del médico y opera a su Yo de Mí. Chequea sus signos vitales, le pone morfina y/o anestesia y procede a sacarle el tumor o amputarle una extremidad, dependiendo de lo que le corresponda a cada uno. “En el fondo lo que el niño hace es anticiparse a un procedimiento, pero donde él tiene un control (…) Tiene un corazón que se cuelga y el día de la cirugía se lo da a su mamá o a su papá para que lo cuiden mientras está en el quirófano”, explica la presidenta de la fundación.

Finalmente, con la parte que se saca -el tumor, el brazo o la pierna- se hace una resimbolización. Por ejemplo, si el niño se sacó un brazo, con material de reciclaje se reemplaza por un ala y se transforma en un pájaro.

Caracola cuenta que uno de sus pacientes perdió un pie y lo transformó en un pájaro carpintero porque “una de las cosas que hace el pájaro es picotear el árbol para matar las bacterias. Se come todos los bichos que generan bacterias y salva el árbol. Entonces, la resimbolización es que una parte de mí me está protegiendo para que no me coma el cáncer. Me voy a sacar el cáncer para seguir vivo”.