

“El plástico se conoce como el gran enemigo de la crisis ambiental”.
“El reciclaje es la punta del iceberg en lo que se refiere al cuidado del medio ambiente. Es la que mueve y motiva a la comunidad, e impulsa la innovación”, cuenta Anita Farfán, ingeniería en Agronegocios y socia fundadora de la empresa Desafío Ambiente, que transforma la basura plástica en sillas y material de construcción.
Farfán se ha transformado en una pionera en el uso de residuos del reciclaje, creando productos como bancas, mesas de centro y otros muebles que parecen de madera, pero están hechos de plástico y son tan resistentes como el roble.
“Hoy el plástico se conoce como el gran enemigo de la crisis ambiental, tiene una connotación muy negativa, pero pocos hablamos de cómo pasaron los hechos. Que se creó como un super material para resistir de forma eterna y tiene la capacidad de ser reciclado en un sinfín de ciclos reiterados. Sin embargo, olvidamos que ese proceso era vital para crear una real economía circularmente virtuosa”, afirma.

“La educación y la formación son urgentes. La ciudadanía debe estar más informada de qué posibilidades abre el plástico en el mundo y cómo podemos todos contribuir a su reciclaje”.
Acota que con es necesario abordar la reutilización del plástico con urgencia: “La educación y la formación son urgentes. La ciudadanía debe estar más informada de qué posibilidades abre el plástico en el mundo y cómo podemos todos contribuir a su reciclaje”.
Por ello, su interés en especializarse en este tema partió de manera independiente y en paralelo, mientras trabajaba en una viña: “Era muy interesante pero no me sentía lo suficientemente útil o explorando el máximo de mis potenciales”. Así fue como, en 2019, decidió renunciar y dedicarse por completo a la transformación del plástico luego de que su padre, que la ayudaba en su desafío personal, enfermó.

“Partí muy joven en una industria que lleva más de 70 años en funcionamiento. Además de cargar con el estigma de la juventud y la poca experiencia, también fue cuesta arriba intentar hacer algo formal en un mercado informal”.
Tenía en ese entonces 29 años. “Partí muy joven en una industria que lleva más de 70 años en funcionamiento. Además de cargar con el estigma de la juventud y la poca experiencia, también fue cuesta arriba intentar hacer algo formal en un mercado informal. El reciclaje por años fue un mercado con fluctuación de precios, venta de materiales sin boleta ni factura, diferentes actores, entre varios otros factores”, destaca, indicando que poco a poco se ha ido formalizando gracias a la Ley REP: “Ha sido muy positiva en el impacto hacia la formalización y regulación de los recicladores, así como en la validación como actores relevantes de la industria».
Explorar el plástico
Farfán ganó el segundo lugar en el concurso Impulso Chileno en Fundación Luksic, fue parte del programa de gobierno Start-Up Chile y de Fit For Partnership de Alemania, para fomentar el relacionamiento internacional de la marca, que hoy es su pasión, pero difícil de abordar.
“Cualquiera puede explorarlo, aprender y crear. Es un camino que se puede replicar y ojalá así sea, porque el plástico es un elemento en abundancia y puede reemplazar gran parte de la matriz de producción maderera incluso”, detalla.
En su caso, el foco siempre ha sido innovar para convertir al plástico en una innovación social. “Por largo tiempo se han estado elaborando productos relacionados siempre al área más de aseo o decorativos y poco se invirtió en innovaciones de desarrollo para crear nuevos productos, llamativos, disruptivos o que lograran crear un impacto positivo en su entorno”, indica, destacando que su objetivo es promover las nuevas soluciones en áreas como la construcción, inmobiliaria y el sector público, entre otros.

“Los nuevos negocios del futuro serán aquellos que trabajen en conjunto con la industria y la comunidad, donde la información sea lo más transparente posible y, sobre todo, donde exista capacidad de innovar en el reciclaje”.
Sin embargo, afirma que un punto difícil de su quehacer es la falta de recicladores que proveen las materias primas, quienes son los que seleccionan los plásticos de los desechos domiciliarios, y que este déficit tampoco se puede reemplazar con un rol más activo de la comunidad porque no está formada ni capacitada en reconocer los diferentes materiales que hoy circulan. “Los nuevos negocios del futuro serán aquellos que trabajen en conjunto con la industria y la comunidad, donde la información sea lo más transparente posible y, sobre todo, donde exista capacidad de innovar en el reciclaje y transformación de nuevos productos ecodiseñados”, dice.
Para ella, es importante avanzar hacia una mayor democratización de la información para poder reciclar todos los envases. “Vivimos en un mundo que hoy exige la verificación de los envases de las industrias. El mensaje no ha sido lo suficientemente claro en transparentar que hay costos de producción muy altos para modificar sus matrices productivas, y finalmente terminamos en vacíos de información y creamos incertidumbre en la comunidad. Esto lo debemos cambiar”, destaca.